La peor profecía

Creía yo que un niño de mirada inquietante iba a quitarme el sueño, pero no es así. El otro día, animada por un amigo al que sí le gustan las pelis de terror, acepté ir a ver La profecía, el remake de la película de Richard Donner con Gregory Peck, entre otros actores.

No había visto la original, así que no tenía más prejuicios que mi falta de gusto por las películas de exorcismos, profecías y posesiones. Y por supuesto, que no soy una habitual del cine de terror. Así que mi crítica no está demasiado contaminada. La peli es mala. Ni de miedo, ni de suspense y mucho menos de terror. Es incluso aburrida en algunos instantes, en los que casi me quedo dormida.

No me malinterpreten. Hay momentillos de susto, más bien de repullos, que están acompañados de la música pero que no meten miedo de veras. Las imágenes más desagradables se reservan al sueño de los personajes, y por tanto no contribuyen al avance de la historia. De hecho, contribuyen en poco a la película y podrían obviarse (como hice yo cerrando los ojos...).

Sin haber visto la primera versión, la película es bastante previsible en muchos aspectos, con lo cual en momentos de máxima tensión se puede llegar a bostezar sin reparo. Total, ya sabemos lo que va a pasar.

Tampoco la interpretación de sus actores es excepcional. El niño malo malísimo sólo tiene de malo la mirada de mala leche, pero no de maldad. No me convenció.

Y por si fuera poco, la película tiene fallos de raccord y... no sé cómo llamarlos pero americanadas que te sacan la carcajada en el momento de más tensión: busco algo que encuentro a la primera, y cosas así. No sé si me explico, pero en definitiva, para nada es una buena película.

Aquellos que no vieron el film de 1976 podrán salir del cine con la misma impresión que yo. Los que sí la vieron pensarán que para qué hacer remakes de lo que ya es bueno: sólo para empeorar.