El Bobby Fisher jamaicano, en Málaga
Amo el centro de mi ciudad. Cada rincón, plaza, tetería, bar, acera y banco para sentarse. Me encanta disfrutar de él para dar un paseo, para escribir unas líneas en cualquier terraza al sol de invierno, para hablar con los amigos... Son los pequeños placeres de la vida de un malagueño. Tengo amigos que no son de aquí pero cuando vienen no perdonan un paseo por calle Larios. Un enclave pequeño pero maravilloso. Sin duda lo mejor de la peatonalización del centro (me callaré lo que pienso respecto a calle Granada).
Durante dos años tuve la suerte de trabajar allí, a su misma verita, y tuve oportunidad de descubrirla de noche, cuando salíamos muy tarde de trabajar. Y también muy temprano, como la primera foto del Así somos (cuadernillo de presentación del periódico) que hicimos un lluvioso domingo a las 8.00 de la mañana con la calle desierta. Otro momento para guardar.
Es allí donde se apostan payasos, músicos, mimos y los más variados artistas en busca de unas monedas. Y en los últimos días ha llegado un habitante curioso y que, además, trae una historia detrás. Juega al ajedrez durante tres minutos con todo aquel que se atreva y se autodenomina "El número 1 de Jamaica". Necesita dinero para un billete de avión de camino a su país para ver a su padre que está muy enfermo, muriéndose. Es una historia que quizá, más o menos, nos suene, pero ésta es diferente.
Es el ajedrez en la calle. Algo poco habitual (a menos que nos remitamos a películas como En busca de Bobby Fisher) y que sin duda no suele verse en Málaga (pero sí en la balaustrada de un un balneario de Budapest). El jugador de ajedrez mueve sus piezas con una precisión asombrosa y mantiene que a este deporte se juega "callado". Es decir, los jaques no se avisan. Tres minutos en silencio... Y con la música a todo trapo de un radiocassette, algo que a cualquiera nos impediría concentrarnos. Por no decir del extenso corrillo que acompaña las partidas.
Este jugador no sólo trae la historia de un padre enfermo a sus espaldas, sino la de un viaje desde Madrid, donde fue injustamente tratado por hacer algo muy peligroso: jugar al ajedrez en la calle. Dos policías de paisano patearon el tablero, pero dicen que la gente se les echó encima. ¡Bien hecho!
Pues bien. Este hombre estuvo este fin de semana en la Plaza de la Constitución malagueña jugando al ajedrez. No pude compartir tablero con él, aunque no sé si me hubiera atrevido. Yolus, un amigo, lo hizo y acabó alucinado. Esta tarde de domingo le perdí la pista. No sé si le quedará mucho más por aquí o si irá a otra ciudad. Os invito, como lectores y participantes de este blog, que le sigamos un poco la pista y que evitemos, en la medida de lo posible, abusos de poder como el que relata Ciudadano M. ¿Quién se apunta?
Durante dos años tuve la suerte de trabajar allí, a su misma verita, y tuve oportunidad de descubrirla de noche, cuando salíamos muy tarde de trabajar. Y también muy temprano, como la primera foto del Así somos (cuadernillo de presentación del periódico) que hicimos un lluvioso domingo a las 8.00 de la mañana con la calle desierta. Otro momento para guardar.
Es allí donde se apostan payasos, músicos, mimos y los más variados artistas en busca de unas monedas. Y en los últimos días ha llegado un habitante curioso y que, además, trae una historia detrás. Juega al ajedrez durante tres minutos con todo aquel que se atreva y se autodenomina "El número 1 de Jamaica". Necesita dinero para un billete de avión de camino a su país para ver a su padre que está muy enfermo, muriéndose. Es una historia que quizá, más o menos, nos suene, pero ésta es diferente.
Es el ajedrez en la calle. Algo poco habitual (a menos que nos remitamos a películas como En busca de Bobby Fisher) y que sin duda no suele verse en Málaga (pero sí en la balaustrada de un un balneario de Budapest). El jugador de ajedrez mueve sus piezas con una precisión asombrosa y mantiene que a este deporte se juega "callado". Es decir, los jaques no se avisan. Tres minutos en silencio... Y con la música a todo trapo de un radiocassette, algo que a cualquiera nos impediría concentrarnos. Por no decir del extenso corrillo que acompaña las partidas.
Este jugador no sólo trae la historia de un padre enfermo a sus espaldas, sino la de un viaje desde Madrid, donde fue injustamente tratado por hacer algo muy peligroso: jugar al ajedrez en la calle. Dos policías de paisano patearon el tablero, pero dicen que la gente se les echó encima. ¡Bien hecho!
Pues bien. Este hombre estuvo este fin de semana en la Plaza de la Constitución malagueña jugando al ajedrez. No pude compartir tablero con él, aunque no sé si me hubiera atrevido. Yolus, un amigo, lo hizo y acabó alucinado. Esta tarde de domingo le perdí la pista. No sé si le quedará mucho más por aquí o si irá a otra ciudad. Os invito, como lectores y participantes de este blog, que le sigamos un poco la pista y que evitemos, en la medida de lo posible, abusos de poder como el que relata Ciudadano M. ¿Quién se apunta?
1 Comentarios:
Curioso personajes se mueven por nuestros mundos, y suerte de poder encontrarlos y compartir con ellos, aunque sean, unos breves momentos como esos...
besos!
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