Tengo un cóctel explosivo
Hoy he tenido dos shocks. Uno en el terreno laboral (que trataré en otro post) y otro en lo deportivo. Os hablaré de este último porque forma parte de la actualidad nacional, aunque no voy a hablaros de la noticia. De ésa que se encarguen los compañeros de deportes que de la noche a la mañana han tenido que hacerse expertos en temas de tribunales.
El martes detuvieron a Manolo Saiz, el director deportivo del Liberty Seguros, y antes del equipo de la ONCE. Lo que llevaba encima poco importa, por lo menos en lo deportivo, aunque quizá para los jueces y los abogados sea fundamental. Las cifras sólo sirven para dar más susto, pero también para ocultar el hecho. Poco importa que fueran 60.000 euros. Para los que no lo sepáis, el ciclismo es mi deporte favorito y siempre tuve en alta estima a Manolo Saiz. Tras el descubrimiento que hizo Miguel Echávarri con Perico primero y luego con Indurain, Manolo merecía mi más sincera admiración. Y no sólo mía, sino también de muchos otros. Ahora dirán miles de cosas de él, pero durante años ha sido el mejor director de un equipo ciclista, y no sólo en España. Y ahora está vinculado con el mayor caso de dopaje que hay en la historia del ciclismo español. Un caso que tiene muy mala pinta.
Me he quedado boquiabierta con el titular de portada de algún periódico nacional, pero en el fondo no me ha sorprendido tanto. A mí ya me robaron el ciclismo en aquel Tour del 98. No sé si recordáis. Aquel en que el Festina fue expulsado de pleno en Albertville. Aquel en el que, en mitad de una etapa, hubo una sentada... Increíble. Lejos quedan los días épicos de etapas de montañas, de contrarrelojes en el Lac de Madine, con 40 de fiebre. Lejos quedan los 5 Tours de Miguel Indurain que hicieron soñar a más de uno. Pero rematadamente cerca quedan los 6 (y quién sabe sino serán más) Tours de Lance Armstrong y su historia de superación. Y más cerca aún, porque quizá son cosas que se quedan grabadas a fuego en la memoria y en el corazón, las muertes del Chaba Jiménez o de Marco Pantani (ganador por cierto de aquel polémico Tour del 98). Ambas relacionadas con las drogas.
La épica, los buenos momentos, se quedan en el recuerdo, restent ici, que dirían los franceses. Pero los otros, los no tan buenos, los malos de veras... Esos no se olvidan. Y en todos hay un denominador común. La droga. Señores, tengo un cóctel explosivo: mezclen droga y deporte. Tendrán espectáculo asegurado. Dan ganas de llorar. ¿Qué niño no ha aprendido a montar en bici? Es más, es el deporte más paritario. De pequeña nunca jugué al fútbol, pero montaba, y mucho, con mis primos en bici. ¿Recordáis las primeras pedaladas? ¿Y las ganas de ver desaparecer las ruedecitas de apoyo? ¿Y el primer puerto de montaña que subisteis? Las caídas, las carreras... Yo no quiero olvidarlos nunca, y los transmitiré a mis niños, si vienen un día.
Es ese deporte dopado, podrido y haciendo aguas, ése que algunos se empeñan en reventar, el que tanto amo, yo y muchos otros. Sólo piensen en Paula, en Juan, en Vanessa, en Manuel... en los pequeños que aprenderán este verano a montar en bicicleta. Menudo ejemplo el que les están dando... ¿Deberían las bicis traer una advertencia? Diría algo así como las esquelas del paquete de tabaco: "Peligro, este deporte a nivel profesional provoca serios problemas de salud porque se mezcla con otras drogas".
Hacen falta más controles y por parte de los ciclistas, más sinceridad y menos: "Todos se dopan". Están matando a un deporte herido de muerte.
Etiquetas: ciclismo
1 Comentarios:
Reflexiones interesantes, en mi blog hay un animado debate.
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